Enseñe durante 10 años. En ese periodo asigné tareas entre otros a quienes luego llegaron a ser un homicida, un predicador, un pugilista, un ladrón y un adicto respectivamente
El homicida era un niñito que
se sentaba en el primer banco y me miraba
con sus ojos celestes. El predicador era el chico más popular de la escuela. El pugilista sentaba junto a la ventana y de vez en cuando lanzaba una carcajada ronca que estremecía las plantas de geranio. El adicto un animalillo de ojos tiernos que andaba siempre en busca de sombra. Y, el ladrón era una legre seductor siempre con una sonrisa en los labios
En la actualidad…
El homicida
aguarda la ejecución en la penitenciaria
estatal.
El predicador yace en el cementerio del pueblo
hace un año.
El ladrón se pone de puntas de pie puede ver las ventanas de mi aula desde la cárcel del condado.Y, el adicto golpea con su cabeza las paredes acolchadas del asilo estadal.
Todos estos alumnos se
sentaron en mi aula y me miraron con expresión de tristeza por encima de sus
pupitres marrones desvencijados. Pero yo
brindé una gran ayuda a esos alumnos: les
enseñé las fechas de las batallas, las fronteras de los estados y como sacar la
raíz cuadrada mediante procedimientos
algebraicos
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