sábado, 22 de septiembre de 2012

Enseñanza incompleta











Enseñe durante 10 años. En ese  periodo asigné tareas entre otros a quienes luego llegaron a ser un homicida, un predicador, un pugilista, un ladrón y un adicto respectivamente


El homicida era un niñito que se sentaba en el primer banco y me miraba  con sus ojos celestes.El predicador era el chico más  popular de la escuela. El pugilista sentaba junto a la ventana y de vez en cuando lanzaba una carcajada ronca que estremecía las plantas de geranio. El adicto un animalillo de ojos tiernos que andaba siempre en busca de sombra.  Y, el ladrón  era una legre  seductor siempre con una sonrisa  en los labios

En la actualidad…

  
 El homicida  aguarda la ejecución  en la penitenciaria estatal.

 El predicador yace en el cementerio del pueblo hace un año.


 El pugilista  perdió un ojo en una riña en Hong Kong.











El ladrón  se pone de puntas de pie puede ver las ventanas de mi aula desde  la cárcel del condado.Y, el adicto golpea con su cabeza las paredes acolchadas del asilo estadal.

Todos estos alumnos se sentaron en mi aula y me miraron con expresión de tristeza por encima de sus pupitres  marrones desvencijados. Pero yo brindé  una gran ayuda a esos alumnos: les enseñé las fechas de las batallas, las fronteras de los estados y como sacar la raíz cuadrada mediante  procedimientos algebraicos



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